El pasado 10 de mayo, Canal 11 transmitió el último programa de la tercera temporada de la serie conducida por John Ackerman que llevaba el nombre de “De todos modos John te llamas”. Ese último programa fue una interesante entrevista con el escritor Paco Ignacio Taibo II, en el cual el escritor -con su estilo irreverente de siempre-, contó a la audiencia la muy meritoria labor que ha estado haciendo el Fondo de Cultura Económica. También expresó su opinión con respecto a la derecha que dentro y fuera del país bombardea a Andrés Manuel López Obrador y a la 4T.
Entre los tópicos abordados por entrevistado y entrevistador, estuvo el de las alianzas que Morena tuvo que hacer para ganar en el 2018 y los efectos negativos que tal política ha tenido en el partido. De manera premonitoria, el novelista y ensayista además habló sobre las bondades de la libertad de prensa y expresión en el contexto del actual gobierno.
Tres estudiantes participaron en el segmento final del programa con preguntas interesantes al director del Fondo de Cultura Económica. Al término de estas preguntas, John Ackerman anunció que con el programa de ese día terminaba la tercera temporada de la serie conducida por él. “Los esperamos en la cuarta temporada, porque siempre hay una cuarta”, dijo John a los estudiantes en un evidente juego de palabras que aludía a la 4T. No fue así, pues los directivos de Canal 11 sin decirle nada, nunca llamaron a John Ackerman para la cuarta temporada que él daba por segura.
Dos meses después, el lunes 11 de julio, La Jornada publicó el último artículo de Ackerman en ese diario. Se titulaba “¿Avala AMLO las trapacerías de Delgado?”. En dicho artículo, el autor ponía en duda la versión de que AMLO avalaba todo lo que estaba haciendo Mario Delgado y su grupo: derroche de recursos, fraudes electorales internos, otorgamiento de candidaturas a familiares de la Comisión Nacional de Elecciones y la Comisión Nacional de Encuestas, ilegal reelección de candidatos plurinominales, exclusión de militantes fundadores, apertura de puertas a grupos corporativos del PRI y el PRD etc., etc., Concluía el articulista, que algo así no podía ser apoyado por López Obrador.
Días después, John Ackerman envío al diario su siguiente columna. Fue sorpresivo para él advertir que no fue publicada. Ni esa semana ni las que le siguieron. Al igual que en el Canal 11, la dirección del diario no le dio ninguna explicación oficial. John había sido objeto de censuras similares en la época de los gobiernos neoliberales. Al inaugurar su programa en 2019, tenía once años de haber sido vetado por la radio y la televisión. También fue defenestrado del semanario Proceso como una muestra más del giro a la derecha de dicho medio.
Cómo el mismo lo expresó: “Jamás imaginé que algo similar podría ocurrir dentro del marco de una Cuarta Transformación a la cual he entregado literalmente la vida durante las últimas décadas”. Como el mismo Taibo II mencionó en el último programa de Ackerman, la conducta del gobierno de López Obrador con respecto a la libertad de expresión y de prensa ha sido ejemplar. Coincido en que nunca antes, salvo Francisco I. Madero, un presidente había sido tan insultado, vilipendiado y calumniado como Andrés Manuel. No ha habido vengativa represión a columnistas, conductore/as, comentócratas, programas y medios que difunden ese veneno.
Por lo anterior, llama poderosamente la atención el caso de John Ackerman. ¿Acaso la 4T puede ser más tolerante con sus adversarios desde la derecha que con sus críticos desde la izquierda? Utilizando la clasificación de Isaac Deutscher en Herejes y Renegados (Akal, Madrid 1970), los integrantes de la disidencia de Morena agrupada en la Convención Nacional Morenista que John Ackerman encabeza, no somos renegados de la 4T. Acaso seamos herejes con respecto a las concepciones y prácticas que se han vuelto dominantes en Morena en su transición de partido movimiento a partido de Estado.
A quien menos afecta la ominosa censura que ha sufrido, es al propio John Ackerman. Cuando una revolución o una transformación empieza a observar de manera impune actos que traicionan a sus propios principios, comienza a negarse a sí misma. Siendo el cambio esencial de una sociedad, una negación de lo que existía antes, la negación de dicho cambio, abre el camino a la restauración abierta o vergonzante de lo viejo. He aquí lo que implica no solamente la censura a John Ackerman, sino todo lo que él y los convencionistas han denunciado.