El sábado 21 de mayo tuve la oportunidad de participar en la Convención Estatal Morenista que se realizó en la ciudad de Orizaba, la cual fue muy exitosa. Concurrieron más de 500 militantes de Morena, provenientes de entre 40 y 60 municipios de Veracruz, algunos como Poza Rica y Minatitlán a nueve horas de distancia de Orizaba. La Convención le da continuidad a la reunión inicial que se realizó el 5 de febrero de este año y que fue denominada “Convención Nacional Morenista”. Este evento llegó a 21 acuerdos que forman parte de la ruta que un sector importante de Morena se ha trazado, para lograr lo que se ha denominado el reencauzamiento del rumbo político del principal partido de la 4T. Desde entonces se han realizado diversas convenciones estatales y en distintas entidades del país y los adherentes al espíritu de la concentración del 5 de febrero de 2022 se autodenominan “convencionistas”.
Los adversarios de los adherentes a la Convención, han empezado a acusar a los convencionistas de divisionismo. De hecho he observado que existe un análisis muy pobre de las causas que han hecho surgir a este movimiento al interior de Morena. Epigmenio Ibarra en una conversación sostenida en el programa de Ciro Gómez Leyva, interpretó el surgimiento del convencionismo a una suerte de resentimiento personal y diferencias ideológicas de John Ackerman con respecto a Andrés Manuel López Obrador. Esta interpretación ignora el profundo malestar que ha ocasionado en un importante sector del partido no pocas decisiones del Comité Ejecutivo Nacional que encabeza Mario Delgado.
Escuchando los argumentos de integrantes de Morena en diversos estados de la República, he podido advertir que el agravio principal es la designación de personajes ajenos a la 4T, algunos de ellos considerados reaccionarios y oportunistas, a las candidaturas votadas en el proceso electoral del año pasado. También la designación de personajes similares en puestos dirigenciales del partido. Además existe molestia por la prolongación por casi siete años del Comité Ejecutivo Nacional, Consejo Nacional, comités ejecutivos estatales y consejos estatales cuando estos deberían haber concluido sus períodos en 2018.
Existen razones válidas para la continuidad de todas estas instancias de ejecución y conducción, pero el método para nombrar a los que por diversas razones ya no ocupan sus encargos en dichos órganos, no ha sido el más democrático. Los órganos ejecutivos están llenos de integrantes que han sido nombrados a criterio del presidente del CEN de Morena. Existen otros motivos de descontento como los relativos a las encuestas para designar candidaturas y la forma en que se ha organizado y ha funcionado el Instituto de Formación Política.
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Especial atención me merecen las acusaciones de “divisionismo” que se han empezado a hacer a los convencionistas. Son totalmente infundadas. Los primeros tres resolutivos de la Convención del 5 de febrero fueron de contenido unitario: la lucha por la reforma eléctrica, participación activa en el proceso electoral de ratificación de mandato del 10 de abril, unidad en torno a las candidaturas a las gubernaturas que se elegirán en seis entidades el próximo 5 de junio. Por otra parte, las vías para resolver las diferencias internas en Morena que proponen los convencionistas son definidamente institucionales y apegadas al Estatuto interno: convocatoria a un congreso extraordinario de acuerdo a los procedimientos que consigna el referido Estatuto.
No existe espíritu divisionista entre los convencionistas. Este sector de Morena abrazará una salida institucional que de acuerdo al Estatuto decidan los órganos pertinentes del partido. Avizoro una, la que está presente en la orden del día de la próxima sesión del Consejo Nacional convocada para el 11 de junio. En dicha reunión se tratará un plan de acción para reorganizar Morena e institucionalizar a los comités municipales, distritales, estatales y CEN, además de consejos estatales y Consejo Nacional. Falta conocer tal plan de acción, el cual no se ha difundido de manera formal y oficial a los integrantes del CEN. Pero tal plan de acción debería ser la organización de un Congreso ordinario.
El riesgo de división no está en el convencionismo. Está en el reto que tiene Morena y su dirigencia de resolver de manera transparente y democrática la candidatura la Presidencia de la República en 2024. La unidad de Morena y de la 4T es fundamental para que la sucesión presidencial se resuelva nuevamente a favor de la 4T. Pero esa unidad será sólida si todos los precandidatos resultan satisfechos con respecto a los procedimientos para elegir al abanderado/a para la candidatura presidencial. Aunque en menor medida, esto vale también para los procesos de designación de las demás candidaturas: que no se repitan los sucesos indeseables que se observaron en 2021.