El número uno de los principios de Morena indica que se debe concebir la política como una vocación de servicio, como un trabajo en favor de la colectividad: son estos conceptos, entre otros, por lo que nos convertimos en movimiento-partido, para poder llevar estas ideas a la práctica. Han pasado ya ocho años de esa difícil decisión y, poco a poco, hemos visto cómo la cúpula de Morena ha venido perdiendo el rumbo y, hoy por hoy, se ha alejado de nuestros documentos básicos y de las bases.
Después de la salida de Andrés Manuel López Obrador como presidente nacional del partido, la militancia morenista ha padecido las pésimas gestiones de Yeidckol Polevnsky, el interinato de Alfonso Ramírez Cuellar y del incondicional ebrardista Mario Delgado quien, en el colmo de la contradicción, fue impuesto por el INE.
Las consejeras y consejeros estatales y nacionales, es decir, los voceros de las bases y por supuesto las bases mismas, fuimos durante todo este tiempo constantemente menospreciados, explotados, maltratados, hechos a un lado, acallados y utilizados por esa élite política que cada día se fue apartando más y más de su gente y sus principios fundacionales. A los consejeros, por ejemplo, se nos instruía que teníamos que acatar la imposición de candidatos, ser disciplinados, seguir haciendo el trabajo territorial y aceptar todo por el bien de la nación, para lograr el tan anhelado triunfo de nuestro dirigente máximo Andrés Manuel López Obrador.
Después de conseguida la victoria, ahora es tiempo de hablar, de denunciar. Es así, como una segunda esperanza, como una bocanada de aire fresco, que surge, como una avalancha, el clamor de los militantes conscientes y libres que decimos fuerte y claro: ¡Vamos a defender nuestros documentos básicos, vamos a rescatar a Morena, es tiempo de definiciones! Para enderezar el rumbo es que surge la Convención Nacional Morenista, desde la cual, nos estamos reorganizando, escuchando, trabajando en todos los Estados del país cada día con más eco entre la gente, para quitar a los elementos corrompidos que ya estaban o que llegaron por los puestos, cargos, poder y riquezas.
La Convención les enseñará a quienes se sienten dueños absolutos del partido, que han puesto primero sus intereses y de su grupo, que no nos dejamos manipular, que somos la militancia de izquierda que viene de lejos y no aceptamos ni convalidamos a oportunistas y traidores. Hoy vemos una luz en el camino y estamos dignamente representados: no nos callarán.
Que quede bien claro que la Convención Nacional Morenista no pretende dividir al partido, ni somos puristas; al contrario, se trata de unirlo nuevamente, limpiarlo de arriba y que la gente vuelva a ser importante, la que mande. Se trata también de crear e impulsar cuadros políticos y candidaturas emergidas del pueblo para asegurar la continuidad y el triunfo a largo plazo de la Cuarta Transformación.