La propuesta de Plan de Gobierno 2024-2030 que ha presentado la Convención Nacional Morenista, es un hito en la historia de MORENA. Nunca antes, un agrupamiento de militantes morenistas había tenido la iniciativa de discutir ideas, propuestas y elaborar colectivamente un documento que propusiera un Plan de Gobierno. Este esfuerzo solamente lo había encabezado –hasta ahora- nuestro hoy Presidente AMLO, primero con un libro de su autoría que se llamó “Un Proyecto Alternativo de Nación”, editado en 2004 y que incluyó 20 postulados para el cambio verdadero, y que finalmente fue la base de su campaña presidencial de 2006. Posteriormente, en 2011, se publicó el libro “Nuevo Proyecto de Nación”, conformado por 10 capítulos escritos por 36 destacados militantes e intelectuales, muchos de los cuales asumieron posteriormente cargos en el gobierno de la Cuarta Transformación. El libro fue coordinado por el hoy Vocero de Comunicación Social de la Presidencia de la República, Jesús Ramírez Cuevas, e incluyó una presentación de AMLO. [1] Ninguno de los precandidatos presidenciales, popularmente conocidos como “corcholatas”, ha presentado hasta el día de hoy, algo similar. Este borrador, tal y como se indica en la Ruta Crítica expuesta en la página interactiva de la CNM[2], se someterá a la discusión más amplia y profunda en los 32 estados de la República, con ciudadanos en general.
Considero que México requiere, para salir del régimen neoliberal, continuar con la estrategia económica actual y reencauzar al país hacia un nuevo ciclo largo de desarrollo incluyente de las mayorías nacionales, continuando con el viejo lema obradorista: “POR EL BIEN DE TODOS, PRIMERO LOS POBRES”.
INSTRUMENTOS ESENCIALES
Sin duda alguna, debe seguirse guardando un sensato equilibrio entre el Estado y el libre mercado, entre la protección y el libre cambio, entre el interés público y el interés privado, entre el empleo y el incremento de la productividad, entre el bienestar social y la eficiencia económica. Pero es momento de replantear la estrategia a seguir. A continuación, enumero una serie de instrumentos fundamentales de política económica para conseguir un crecimiento sostenido, aunque la mayoría de ellos hasta el día de hoy se han aplicado de forma desigual y no siempre de forma adecuada:
A) Una política comercial pragmática, que utilice al máximo los márgenes de maniobra para regular nuestro comercio exterior, aplicando aranceles, normas, salvaguardas y disposiciones contra prácticas desleales de comercio, al igual que lo hacen nuestros grandes socios comerciales. Ello, junto con un tipo de cambio competitivo, contribuye no sólo al equilibrio de las cuentas externas en el largo plazo, sino también al desarrollo de la producción, la inversión y el empleo nacionales, evitando la competencia desventajosa de productos importados. Ese es el camino que han seguido países exitosos y es una ruta que puede aprovecharse dentro del T-MEC.
B) Estructurar una verdadera política de fomento industrial y de fomento agrícola, apoyadas en políticas macroeconómicas que vayan acorde a las mismas, como un tipo de cambio competitivo, una tasa de interés que incentive la inversión y el desarrollo de instrumentos específicos de fomento económico como construcción de infraestructura, capacitación laboral, impulso a la investigación técnico-científica y que vayan acompañados de instrumentos de fomento sectorial, y apoyos crediticios a las MIPYMES, mediante una verdadera Banca de Desarrollo tanto agropecuaria como empresarial que en el gobierno de AMLO ha sido desdeñada y minimizada.
C) Abatir las tasas de interés mediante la eliminación del déficit en cuenta corriente y la reducción de los márgenes de intermediación financiera. Deberá negociarse con la banca los términos de estos márgenes. En el actual gobierno de AMLO no se ha querido tocar al sector financiero privado ni con el pétalo de una rosa, ni siquiera para reducir las comisiones que cobran los bancos a los usuarios. Los organismos reguladores del Estado brillan por su ausencia.
D) Aumentar todavía más la inversión pública, el gasto en fomento industrial y agrícola, y el gasto en necesidades sociales apremiantes, en un monto agregado hasta del 4% del PIB. El saldo de la deuda externa neta del sector público federal a fines de 2022 ascendió a 214,127 millones de dólares, más de cuatro billones de pesos, lo que representó un 2% menos respecto al adeudo contabilizado en diciembre de 2021, cuando la deuda externa neta rebasaba los 218,000 millones de dólares, según cifras de Hacienda[3]. Una acción sin precedentes del gobierno de AMLO ha sido el considerar que debe aliviar el peso del servicio de la deuda al siguiente gobierno. La Secretaría de Hacienda recompró anticipadamente un bono con un monto en circulación de 24,859 millones de pesos con un vencimiento original el 15 de enero de 2025. Con esta operación, los pagos de amortizaciones de la deuda externa que el próximo gobierno federal deberá pagar en 2025 pasaron de 4,240 millones de dólares a 1,280 millones de dólares. Se han realizado también pagos adelantados al BID y al FMI, con lo que se ha reducido el endeudamiento neto en un 5% aproximadamente, con respecto al que se tenía en 2018. En tal sentido, yo no considero necesario llegar al extremo de “suspender el pago de la deuda externa”.
E) Se debe continuar con la restauración del mercado interno y el bienestar de los trabajadores con la restauración de su poder adquisitivo al menos al nivel que tenían en 1994, procediendo después de consolidada la reactivación económica, a su recuperación paulatina hacia los niveles salariales previos al periodo neoliberal. Se ha incrementado el salario mínimo en 135%, pero falta mucho camino por recorrer.
F) Continuar otorgando créditos a la palabra como los que se aplicaron para su reactivación en la pandemia. Es imprescindible que el mercado interno siga siendo reactivado desde la base de la pirámide, para estimular la demanda agregada.
G) Las grandes obras de infraestructura en el sur y sureste del país detonarán sin duda su crecimiento económico. Es de vital importancia atraer a la inversión privada nacional y extranjera y convertir a esas zonas, antes olvidadas, en emporios industriales y comerciales que den empleos y propicien la creación de MIPYMES locales.
DOS PROPUESTAS
Planteo aquí sintéticamente dos propuestas que requieren un mayor enriquecimiento, y que considero ineludibles. El Estado de Bienestar requiere, ya lo mencioné, de cuantiosos recursos. ¿De dónde se pueden obtener? De acuerdo a la teoría económica, los retos de cualquier política fiscal son:
a) elevar la recaudación tributaria; b) reducir la desigualdad en la distribución del ingreso y c) promover el crecimiento económico.[4] El gobierno de AMLO ya eliminó las condonaciones fiscales y ha logrado que algunas grandes empresas paguen sus adeudos. Ha establecido una política de austeridad en el gobierno que ha sido a veces muy drástica, y no siempre ha sido ejecutada por los mandos intermedios de la mejor manera. La lucha contra la corrupción, que ahora es frontal y decidida, también ha traído consigo ahorros presupuestales. Pero esto solamente es parte de la solución.
- Creo sinceramente que el nuevo gobierno de la Cuarta Transformación deberá emprender, una REFORMA FISCAL PROGRESIVA y profunda. La baja carga fiscal en México es un problema que sigue vigente. Hay estudios de expertos que indican que con solamente un poco más de progresividad en el ISR a las personas, elevando la tasa máxima al nivel promedio de la OCDE (43.4%), pueden conseguirse varios puntos del PIB en recaudación adicional. Desde luego, una mayor progresividad en el ISR no es el único aspecto que debería ser reformado. En México, los impuestos que gravan a las grandes fortunas heredadas simplemente no existen. Estos son, entre otros, aspectos que deben ser modificados para darle una mayor progresividad al sistema fiscal en su conjunto. Si se logra impactar a los estratos de muy altos ingresos, ello puede significar entradas fiscales adicionales de 2% a 3% del PIB. Volviendo progresiva la carga tributaria, pagarían más los que más tienen. Es urgente modificar la estructura de rangos de los ingresos de las personas físicas contribuyentes al ISR, aumentando el número de rangos y elevando las tasas impositivas de los rangos superiores. También debería pensarse en la introducción de un impuesto sobre las grandes fortunas, como el que introdujo en Francia el gobierno socialista de Mitterrand en 1982 (“impuesto de solidaridad a la fortuna”, fue llamado. Lo derogó el gobierno de Chirac en 1987).
- Para seguir avanzando, y para profundizar en la transformación de la sociedad mexicana, la Cuarta Transformación debe, inevitablemente, ROMPER CON LOS PARADIGMAS NEOLIBERALES que aún se siguen manteniendo como intocables. Citaré solamente uno de ellos, que considero el más importante: que el Banco Central (en todos los países, en todas las economías) debe ser autónomo con respecto al Gobierno central. Dicha autonomía, nos han repetido hasta la saciedad los teóricos neoliberales, ha sido necesaria para que el Banco Central (BC) no sea objeto de presiones políticas de los gobiernos y pueda conducir la política monetaria de forma autónoma y técnicamente impecable. En el caso del Banco de México (Banxico), podemos distinguir 3 etapas históricas, de acuerdo al investigador Turrent Díaz: “…la autonomía de la banca central en nuestro país presenta tres etapas claramente definidas. La primera, que se extiende desde la fundación del Banco de México en septiembre de 1925, hasta 1936 a la que se le denomina en este texto, etapa de la autonomía reglamentaria. Muchos años después, quizá a partir de la devaluación de 1954 (o para otros desde 1958), se inicia la era de la autonomía carismática. La tercera fase de la autonomía de la banca central se materializó a partir de la promulgación de una nueva ley para el Banco de México a finales de 1993”. [5]
En este análisis, se observa cómo Banxico pasó de ser “el primer prestamista del país, el banco de bancos”, al de conductor de la política monetaria, y controlador de la inflación y de modulador del tipo de cambio. Es decir, hasta 1993, fue ampliando sus facultades como BC, ya que el Desarrollo Estabilizador anterior había dado paso al Desarrollo Compartido del periodo echeverrista, con lo que el incremento descontrolado del gasto público y de la emisión de la moneda produjo una fuerte inflación y sucesivas devaluaciones, con lo que el neoliberalismo introducido al país en el gobierno de Miguel de la Madrid justificó una nueva Ley Orgánica del Banxico de 1986, para el fortalecimiento de la autonomía del mismo, con nuevas facultades que restringían el financiamiento al gobierno y otras más, tendientes a lograr un control efectivo de la inflación (recordemos que la inflación en el gobierno de MMH alcanzó a llegar a 159%). La solución que propusieron los neoliberales –en la cúspide del salinismo- fue conseguir en 1993 una casi total autonomía del Banxico, con una nueva Ley Orgánica del BC que incluso llegó a verse reflejada en una reforma constitucional -lo cual pocos países en el mundo han hecho- , y de entonces a la fecha es la que rige. Es ahora el momento preciso de desechar esa Ley (que requeriría, como es obvio, una reforma constitucional) y establecer un BC que efectivamente contribuya al desarrollo económico del país y no solamente se dedique a controlar la política monetaria, la inflación y el tipo de cambio, como objetivos únicos. Además, para conseguir el logro de estos objetivos, frecuentemente actúa negativamente sobre las condiciones de liquidez necesarias para el funcionamiento de la esfera productiva y la solvencia requerida para el buen funcionamiento de ésta y del sector bancario, terminando por restringir la disponibilidad crediticia, además de acentuar las presiones financieras sobre el sector público. [6] El Banco Central debe adecuarse a los lineamientos de política y requerimientos financieros del Gobierno de la Cuarta Transformación, para que de forma efectiva se pueda satisfacer las demandas de desarrollo económico, promoción de la inversión privada, creación de empleos, y no las exigencias de los organismos financieros y el capital financiero internacional, como ha acontecido hasta ahora.
Considero, en síntesis, que los cambios que está implantando, aunque sea parcialmente, el modelo económico de la Cuarta Transformación, están en su fase inicial pero van en la dirección correcta. Los obstáculos que se tienen enfrente no son cualquier cosa: en primer lugar, está el puñado de multimillonarios mexicanos que, en su mayoría, han hecho sus grandes fortunas al amparo del tráfico de influencias y al aprovechamiento de la corrupción gubernamental. Se están oponiendo también todos aquellos “líderes sindicales, los agrarios y los de todas las agrupaciones que forman la compleja red corporativa que, finalmente, el neoliberalismo imperante recicló pero no terminó”. [7]
A todo eso deberá enfrentarse el siguiente gobierno de la transformación. Y para profundizar y radicalizar su proyecto económico, considero que los puntos anteriores ya mencionados son fundamentales. Para poderlo lograr, deberá apoyarse en el pueblo organizado, en las bases obradoristas, para poder establecer una base de poder popular que se constituya como el cerebro, el corazón, la estructura ósea y la musculatura de la Segunda Fase de la Cuarta Transformación.
[1] López Obrador, Andrés Manuel: “Un Proyecto Alternativo de Nación”. Editorial Grijalbo, México 2004. Varios autores:”Nuevo Proyecto de Nación”. Coordinado por Jesús Ramírez Cuevas. Editorial Grijalbo, México 2011.
[2] El documento completo se puede consultar en la página interactiva de la CNM, por lo que también es posible someter comentarios y propuestas. Sitio web: morenademocracia.mx
[3]https://www.finanzaspublicas.hacienda.gob.mx/work/models/Finanzas_Publicas/docs/ori/Espanol/Presentacion_PAF_2022_esp.pdf
[4] Ros Bosch, Jaime. “¿Cómo salir de la trampa de lento crecimiento y alta desigualdad?”. El Colegio de México, 2015.
[5] Turrent Díaz, Eduardo Las tres etapas de la autonomía del banco central en México. Análisis Económico, vol. XX, núm. 43, 2005, pp. 47-80 Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco. Distrito Federal, México. El término que utiliza Turrent, de “autonomía carismática”, se debe a que ciertos personajes, principalmente Rodrigo Gómez al frente del Banxico, y Antonio Ortiz Mena al frente de la SHCP, “convencieron a los sucesivos Presidentes –Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz y parcialmente Adolfo Ruiz Cortines– de que la independencia del banco central era una fórmula idónea para poder conseguir un crecimiento económico rápido y sobre todo sustentable”. Lo cual efectivamente lograron durante el llamado Desarrollo Estabilizador.
[6] Huerta G. Arturo. “La autonomía del Banco Central y la pérdida de manejo soberano de política económica”. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Argentina, 2006.
[7] Meyer, Lorenzo. “Liberalismo autoritario. Las contradicciones del sistema político mexicano”. Océano, México, 1995. Pp. 135-136.