Lo diré de otro modo. / Primero: el malestar que se vive en todo Morena, desde sus comités de base hasta sus órganos nacionales de dirección, no tiene que ver con personalidades o liderazgos (Mario Delgado y Pedro Miguel vs John Ackerman y Taibo II, ¡por favor!), sino con concepciones opuestas de lo que debe ser el Partido. Los liderazgos, por protagonistas o mediáticos que sean, son solamente los portavoces (a veces inteligentes y a veces no) de dichas concepciones políticas en pugna. De modo que abordar el problema de Morena como un asunto de "divos" que ambicionan el poder es vulgarizar y torcer el análisis para sustituirlo por la idea clasista de que "los líderes son los que hacen la historia". Eso afirma Krauze en su obra y es absolutamente falso; así que dejemos de ser cautivos de esta concepción personalista de la política que nada tiene que ver con la 4T. Dejemos también a un lado las ruindades que manejó un Epigmenio Ibarra ¡en el programa de Ciro Gómez! para descalificar a los convencionistas como una reacción de "resentidos". Eso es bajeza pura y llana. Elevemos el nivel del debate, por dios. / Segundo: la lucha entre la Nomenklatura incrustada en la cúpula del aparato y los Convencionistas al interior de Morena se configura claramente conforme se desarrollan los tiempos. Y la pugna no es menor, ¿eh? / Se trata, por un lado, de la idea de un partido burgués-popular (es decir: burgués por la calidad arcana, oculta, del manejo autoritario y directivo del partido, y popular por su composición de base); por lo mismo, un partido disfuncional, ambiguamente de izquierda, dominante en los aparatos directivos tanto nacionales como estatales, que hereda la idea y práctica de un priísmo vertical, pragmático y sin principios que en el fondo cree que la política es una serie de artilugios cuyo fin es el poder en sí mismo. / Por otro lado, la otra idea emergente que cunde más entre las bases morenistas y centenares de comités locales -así como en la conciencia de algunos pocos líderes de opinión emergidos durante la 4T- es portadora de nítidos criterios de un partido de izquierda con métodos democráticos, horizontales y transparentes, que concibe a la política como el arte de convocar y sumar esfuerzos de poder como el medio para lograr el bienestar humano. / En la visión "burguesa", el poder es el fin; en la visión "popular", el poder es el medio de la transformación. Tanto en forma como en fondo, ambas tendencias son opuestas -aunque también hay mezclas raras, como en todo. / Lo nuevo, pues, contra lo viejo. Morena no puede aspirar a ser un partido "burgués popular" otra vez al viejo estilo priísta, porque estamos en otro estadío histórico -la 4T- donde todo, absolutamente, tiene que revisarse y reinventarse.